ANA MARIA & ANDRÉS

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Ana María y Andrés, una pareja con dos chiquitas mellizas y hermosas: Amelia y María, un milagro que la vida con ayuda de Dios y la Virgen les regaló, así lo definieron. Y es gracias a este milagro, que sintieron que ya estaban completos y era el momento de consolidar esta familia.

Esta sería una boda muy intima, solo con familia y amigos muy cercanos (25 invitados). El momento seleccionado para celebrar fue la mañana, exactamente un brunch que nos pareció ideal ya que era sentarse verdaderamente a compartir en la mesa.

Ana es una enamorada de la sencillez, con un excelente gusto, tenia claro que quería una boda con una buena dosis de naturaleza.  Nosotros adicionalmente, sentimos que esa razón  por la que decidieron bendecir este hogar para siempre debía ser la inspiración e hilo conductor. 

Unos días después de haberla escuchado y construido juntos el brief nos volvimos a reunir con Ana para presentar la propuesta que estaba centrada en una composición de lavanda ( su flor favorita), romero, rosas blancas combinada con el significado que queríamos darle a esta celebración: La Familia.

Las invitaciones eran un reflejo de lo que estábamos preparando,  donde el aroma sería un elemento importante, por eso a cada una le amarramos con especial cuidado una ramita de romero y nos aseguramos que Ana las entregará inmediatamente para que los invitados lo primero que hicieran fuera aspirar esta aroma mientras cerraban sus ojos soñando con este día.

La ceremonia se llevó a cabo en una iglesia un tanto escondida pero imponente, con techos altos, jardines bien cuidados que se extendían a lo largo del camino por donde entraría la novia, acompañada de sus dos hijas en un carrito que empujaba con ayuda de su papá.  En su ramo colgaban la foto de los tesoros más importantes tanta para ella como para Andrés: sus dos hijitas.

Los arreglos de las bancas simulaban que los jardines continuaban extendiéndose hasta el altar donde la esperaba Andrés.

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Para la recepción Ana seleccionó un lugar que tenía el equilibrio perfecto entre lo moderno pero al mismo tiempo clásico y orgánico: Hotel Four Seasons, este cuenta con un espacio abierto tan hermoso que nos hace sentir fuera de Bogotá.

Mientras ellos juraban su amor eterno frente a sus amigos y familia en la iglesia, la lluvia amenazaba con jugarnos una mala pasada en el lugar de la recepción. Buscamos todos los secretos y agüeros para que esto se evitara: soplaba para arriba el hermano mayor de nuestro equipo, enterramos cuchillos, rezábamos y creo que este matrimonio contaba con una porción exagerada de amor que justo unos minutos antes de que ellos llegarán salió el sol con todo su esplendor.

Las fotos hacen pensar que esta boda se llevo a cabo en una hacienda, por las paredes rodeadas de verde en las que pudieron posar y dejar plasmado para siempre este día.

Coincidencialmente este mismo día sus papás cumplían 30 años de matrimonio, por lo que quisimos homenajearlos en medio del brindis ya que era una razón más para celebrar certificando que el amor verdadero si existe; pedimos a Ana una foto ella, su hermano y papás cuando chiquitos y que cada uno escribiera una carta a sus papás. Adicional queríamos la canción que los identificaba, con la que su papá le propuso matrimonio. En medio del brindis Ana entrega una cajita que contenía la foto, la carta y una cadena a la que le colgaba un rubí símbolo de los años celebrados.  La mamá en especial rompe en llanto en medio de una mezcla de sonrisas cuando suena su canción, un momento absolutamente memorable al que conmovió a todos los invitados.

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Un bufet lleno de delicias que solo inspiraban a comer y disfrutar: paella, arepas de almojábana, variedad de panes entre otros fue parte del menú sin olvidar el bar de mimosas con el que brindaron por esta unión.

 

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El salón de la recepción un espacio con pisos vintage, con el tamaño ideal y justo para el número de invitados se convirtió en cómplice de la celebración para hacer sentir un ambiente acogedor y familiar. El aroma de las materas de lavanda que pusimos sobre las mesas acompañada de frascos con romero se extendía a lo largo del espacio.

Evitamos tener muchos arreglos en la mesa para que así los invitados tuvieran más espacio de compartir sus mermeladas, mantequilla y canastas de panes mientras continuaban disfrutando de la excelente comida.

Cada invitado encontró en su puesto una bolsita de lienzo al que le bordamos el logo de Ana María y Andrés, adentro la oración y medalla de la sagrada familia.

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El ponqué no podía faltar con unos toppers hermosos que identificaba a cada miembro de la familia incluido el único que no pudo asistir a la celebración: el perro.

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La caja de sobres, una casita hecha en madera y vidrio que Ana aún conserva y en la que formó un terrario.

 Una celebración donde sin duda el amor y la familia fueron los protagonistas.

 

LOCACIÓN CEREMONIA: Seminario Valmaria

LOCACIÓN RECEPCIÓN: HOTEL four season

DECORACIÓN: MANUAL DE ANTONIETA

FOTOGRAFÍA: @efeunodos

 
Fernanda nova